lunes, 19 de noviembre de 2012

Argo, el acierto de Affleck

La semana pasada tuve la oportunidad de asistir a una función del Festival de cine de Liubliana (LIFFE). Como en general no me gustan las películas que poseen numerosos planos en los que la cámara está detenida y en pantalla no pasa absolutamente nada más que un hombre tomando un café y mirando por la ventana… Y encima luego te explican que la escena explica lo trascendental del no-saben-qué-ya-inventar. Son como las brujas, qué las hay las hay. No es que una escena así no pueda tener un significado más allá de lo que vemos, pero hermano, que no traten de vendernos un una mentira envuelta en papel de entrada de 5,60 euros que además de aburrida no tiene sentido y huele a trastorno psicológico.


Y volviendo a lo que quería decir: muchas veces cuando se asisten a festivales de cine uno corre el riesgo de encontrar películas que bajo el sello de ser cine de autor se permitan cierto aburrimiento. Como por el contrario y por la misma razón se permitan sorpresas, emociones y buenas historias. ¡Vamos, que un festival puede ser caja de Pandora!

Pero no era el caso de Argo. Argo venía avalada por la certeza que Ben Affleck la había dirigido y, quieras o no, sus dos trabajos anteriores habían dejado el eco en el aire de algo bueno. Algo bueno que crecía y que la gente necesitaba confirmar una vez más y no sentirse defraudada. Con Gone Baby Gone (2007) Ben Affleck dio su golpe en la Dirección y puso su voz diciendo “miren, que yo también dirijo”. El acierto no estaba solamente en la historia (que partía de hechos reales) sino en la manera de contarlo, de llevarlo hacia ese final que no muchos sabían y nos hizo pensar las cosas dos veces. Pero los críticos estaban en la duda de si había sido un mero golpe de suerte o si en verdad Affleck tenía brillantes dotes para la dirección.

Affleck quiso comenzar su carrera en la dirección pero por aquel entonces un nombre desconocido servía de muy poco. Sin embargo, junto a Matt Damon escribieron el libreto de El indomable Will Hunting con el que obtuvieron un Oscar. Luego de eso, Ben, y también Damon, se labraron poco a poco su propio camino en la actuación. Affleck llegó a ser reconocido y cuando ya la cosa estaba encaminada decidió tomar las riendas que hacía tiempo atrás había querido tomar. Y con su opera prima lo hizo bien pero el reto fue mantener ese nivel con su segundo trabajo, The Town (2010). Es verdad que la historia era un poco más comercial y su argumento no era tan comprometido como en Gone, baby, gone. Había más acción y los personajes querían ser un poco más complicados. Si bien no gustó tanto como su predecesora, hubo que reconocer que Affleck no era un director más. Sino que podía dar mucho y que además podía contar otra clase de historia, para un público más amplio sin caer en el sinsentido de muchas lamentables superproducciones.

Con Argo quiso contarnos otra historia real. Ya en el tráiler podemos ver que trata de la difícil tarea que llevó al agente de la CIA Tony Mendez a idear una estrategia de rescate de un grupo de diplomáticos norteamericanos en peligro de muerte de un Irán furioso. Quizá una de las cosas que más me gustaron fue que el plan justamente se tratara de la invención de un película falsa para así hacer pasar a los diplomáticos por miembros del equipo de filmación. Ya en los créditos iniciales a través de fotos y storyboards, el diseño era tremendamente acertado y dotado de emoción y belleza. Luego el correr de la historia iba siempre hacia mejor. La edición era vertiginosa pero no exagerada y paulatinamente iba ganando en tensión como así también Affleck en la confirmación de que su trabajo estaba bien hecho. El montaje de sonido, una vez más, le daba la nota que el trabajo necesitaba: simplemente brillante. El broche final estaba justamente allí, en toda la secuencia final. La tensión crecía con un ritmo tan excelente que ya el agarrarse de los asientos y apretar los dientes era poco.

Affleck sabe contar con emoción un relato. El punto más fuerte es justamente su forma de narrar. Y no hay duda que esta cualidad de maestro en cada ocasión se perfecciona más y más. Esperemos que no tengamos que esperar otra vez tanto tiempo para ver su próximo proyecto.  

PD: Un detalle anecdótico fue que antes de empezar la película, apareció en pantalla el propio Affleck y mirando al público dijo sin más: “Hola gente del festival LIFFE. Perdón por no poder hablar en esloveno pero espero que disfruten mucho de mi nueva película Argo”. Fue una sorpresa que realmente todos agradecimos y sentimos muy cerca. Poco faltó para que adelantara el brazo y señalándonos nos dijera: “¡sí, para vos!”.

domingo, 4 de noviembre de 2012

Looper y las paradojas perfectas


Ayer fui a ver Looper. Ni qué decir de las ganas que tenía con mi hermano de verla. Fueron largos meses de espera que tuvieron justificación. El cine tembló con la aparición del título del film al tiempo que la piel se erizaba y el corazón latía más rápido. Y es que Looper (2012), de Rian Johnson no es otra película más de viaje en el tiempo sino la película de viaje en el tiempo que ha dado un respiro, desde mi punto de vista, a este apartado de ciencia ficción con tantos baches y a veces tan mal entendido principalmente por ser mal contado. Son excepciones Back to the Future (1985, 1989,1990) o Source code, y sin embargo estas son criticadas duramente y alegan en sus virtudes injustos errores. Pero dejemos de lado lo que debe suceder y lo que no en un viaje en el tiempo y metámonos en esta historia que para mí se gana un lugar privilegiado en el género de ahora en más.

Ria Johnson se dio a conocer con la estupenda Brick (2005), su ópera prima que relata perfectamente una historia de cine negro pero con chicos de instituto. Recuerdo que una de las cosas que más me llamaron la atención en esta película no fue solamente su historia, sino cierto juego o trucos de edición muy efectivos e ingeniosos. En Looper creo que volvió a ese estilo. Sin embargo en su segundo trabajo, The Brothers Bloom (2008), se alejaba de esto, por no necesitarlo, ya que la historia exigía otro estilo un poco más tranquilo. The Brothers Bloom llegaba a ser mucho más graciosa que otra cosa. Y si bien contaba una buena historia cuyo final era brillantemente correcto, no iba con el estilo de Looper su tercer trabajo.



Si hay algo que no me gusta de las críticas y/o tráilers es cuando hablan demasiado, de más, adelantan gran parte del argumento o, de modo parecido, lanzan pequeños trazos argumentales que con un mínimo de razonamiento dan al lector o espectador la posibilidad de desgranar todo el filme.

Tarea difícil, verdaderamente, sin embargo voy a tratar de no caer en los mismos tropiezos.

Como es de esperar en el tráiler, Looper cuenta la historia de un futuro cercano en el que cierta especie de verdugos con escopetas, se encargan de limpiar a asesinos que envía una organización desde el futuro. En varias críticas muchos detalles fueron mal entendidos, pero para tranquilizar un poco la situación, debo decir que en realidad todos y cada uno de los cabos de la película están atados con ingenio y no se da a ninguna falla argumental –a excepción de un punto que se presta a la duda y sin embargo las dos explicaciones que se podrían llegar a dar solucionan el problema en un pestañeo-.

Spoilers (siéntase libre de leerlo o pasarlo por alto):

En primer lugar, los asesinos son enviados al pasado para su ejecución porque en el futuro están prohibidos los asesinatos. Cabe aclarar que esta organización es también algo ilegal… Segundo punto, Joe viejo (Bruce Willis) no viene del futuro para matar a Joe joven (Joseph Gordon-Levitt) como leí en varios sitios que muchos entendieron. El por qué y cómo no lo voy a revelar ya que me pareció un buen punto de la historia, que si bien no sorprende, da un gran alivio ya que es muy correcto y tiene mucho sentido. Hablaría de otros detalles pero me lo guardo para comentarlo con los que ya la vieron.

Dejando los spoilers de lado, debo decir que la historia de Joe viejo y Joe joven es sólo una astilla del tronco argumental. Casi podría decir que esta es una historia secundaria, que ayuda a lo que sigue pero que no es el punto central. Y es allí donde justamente la película sorprende. Porque el argumento no gira tanto en torno a esos dos personajes sino lo que podría llegar a suceder, lo que le sucedió a otros o lo que mueve a detenerlos… Lo mejor de todo es que en ningún momento supuse que la película iría por esos rumbos. Justamente, los trailers que hemos podido ver no nos acercan ni en lo más mínimo a ese giro argumental…

Sé que estoy hablando un poco en el aire, pero es que no quiero matar expectativas o adelantar puntos clave. Recomiendo disfrutar de esta película, que es una ingeniosa revitalización del género, entretiene y no deja indiferente. 

domingo, 27 de mayo de 2012

La metáfora en la obra de Victor Erice


Abordar el trabajo de Victor Erice parece a primera vista un trabajo fácil pero en realidad no lo es. Como punto de partida debemos decir que la obra del cineasta español es muy escasa y sin embargo muy rica en matices y de un significado profundo. Hasta el momento sólo ha realizado tres largometrajes además de algunos trabajos en conjunto con otros directores (en general extranjeros) y algunos cortometrajes. Debido a las temáticas que trata y el sentido que les da, Victor Erice muchas veces no ha sido comprendido y por eso mismo varios de sus proyectos no han visto la luz aún. Es el caso por ejemplo de “La promesa de Shanghai”, film que no llegó a realizarse pero que sin embargo su autor lo vendió como material escrito –guión y análisis varios- en diversos libros que se vendieron con bastante éxito.

De su opus vamos a tratar su parte más significativa es decir sus largometrajes. Erice llamó a su primer trabajo “El espíritu de la Colmena” (1973), luego le siguió “El Sur” (1983) y por último “El sol del membrillo” (1992). En este análisis sólo trataremos su primera y última obra por dos sencillas razones. La primera es porque he podido ver estas dos hace poco tiempo y están más frescas en mi memoria –el Sur la vi ya hace bastante- y la segunda es que justamente el Sur me parece una película no tan personal –en mi opinión- ya que parte de un libro ajeno a Erice (escrito por Adelaida García Morales) y con una temática que no me parece del todo conectada con él.

Es difícil poder elegir un solo tema para conectar la obra de Erice. Por ejemplo, uno podría utilizar simplemente la fotografía que el autor utiliza en sus films. Es un apartado muy extenso. Ya con esto y su significado se podrían escribir varios análisis. ¿Qué significado tiene para Erice la luz y los contrastes en cada una de sus obras? El inicio del Sur, cuando la luz va penetrando en el cuarto de la niña iluminándolo todo poco a poco. La escena sin duda está dotada de una belleza y musicalidad incalculable. O en El sol del membrillo es justamente ese sol que se cala entre las hojas del árbol para iluminar los frutos lo que hace que el film tenga punto de apoyo y pueda avanzar. Pero sobre esto hablaremos más adelante.

Para no adentrarme en otros temas quiero referirme concretamente al metaforismo que cubre las películas de Erice especialmente en su primer trabajo y el último. Una de las características que me llamó más la atención es que en estos siempre está presente la sensación de que los personajes viven una vida apartada –no literalmente-. Es decir, conviven con otras personas, familiares, etc., pero sin embargo siempre tienen momentos en los que necesitan apartarse y analizar el mundo que les rodea. En El espíritu de la colmena no sólo la niña protagonista necesita alejarse de la sociedad para entender a ese espíritu –que al principio es metafórico pero al final, si bien no pierde este tono, se convierte en algo más palpable-, también su padre es un hombre que se encierra en su cuarto para meditar y escribir. En El sol del membrillo es el pintor quien se aparta del mundo para quedarse junto a su árbol preferido y allí observarlo para poder retratarlo. Es interesante que Fernando Fernán Gómez, quien hace de padre de la niña en El espíritu de la colmena, cuando recibió el guión para su lectura no entendiera en lo más mínimo su argumento y su forma de narrar. En una entrevista que tuve la oportunidad de ver el actor lo decía con suma sinceridad “no entendí el guión”. Cuando le comunicaron esto a Erice él contestó que estaba bien, que el que lo tenía que entender era él, como director. Luego Fernán Gómez aceptó el trabajo. Esto no denota dejadez por parte del actor –ni podría atreverme a decirlo ya que hablamos de uno de los mejores actores españoles que han existido- sino que demuestra y deja muy claro que el film era totalmente una obra personal y que su autor era el único que podría dotarla de significado. De un significado poético, claro.

Ya en el título de “El espíritu de la colmena” encontramos entrelazada una metáfora. El inicio con el protagonista entre las colmenas es sólo base para que en sus poemas le dé sentido a la historia. En cambio el espíritu toma otro rumbo ya que parte del supuesto espíritu que ven las niñas en la película de Frankenstein, donde Boris Karloff encarna al monstruo. Ese monstruo aparecerá al final para encontrarse con la niña. La escena es sumamente poética y también mágica debido a su tono fantástico. Pero si regresamos algunos fotogramas atrás, el que la niña crea que si ella es buena el espíritu no le hará daño y lo podrá ver, le hace enternecerse con el soldado herido y darle lo que tiene: un poco de comida y ropa. El fin del soldado tiene aún más sentido. El que la niña le haya regalado el saco del padre, en donde estaba su reloj, le hace ver a este –luego de la ejecución- que ese soldado también pudiera haber sido su hijo –que todavía no volvía de la guerra-. La niña, confundida y desorientada luego de ver la sangre y no a su espíritu, corre lejos, se adentra en la noche y es junto al lago donde se le aparece el monstruo de Frankenstein. El shock de todos estos hechos le hará perder el habla por un tiempo.

Es interesante saber que el guión original para “El espíritu de la colmena” estaba destinado para una película de terror. De hecho, el film posee todos los elementos necesarios para un trabajo de esta índole e incluso el fantasma que viera la niña funcionaría de forma estupenda. Pero como generalmente sucede, a falta de presupuesto, los autores decidieron hacer una versión un poco más real y de este modo evitar los problemas propios de una producción mayor. Y es justamente aquí donde entra la mano de Erice y su poder para contar de una forma muy poética una historia que es totalmente entrañable y de una carga emocional gigantesca. Quizá el film de terror pudiera haber sido excelente, pero el que esos mismos elementos hayan sido adaptados para formar esa metáfora que forman el espíritu y la colmena –retratada también en los poemas y al fin conectada con la situación vivida ya casi al final del film- es algo valiosísimo y de un poder enorme.

En “El sol del membrillo” la luz juega un papel imprescindible pero no en cuanto a la textura visual del film –como en los trabajos anteriores del autor- sino en el significado que esta tiene cuando bañan de color a los membrillos. De hecho, el film es concebido como una clase de documental y por eso mismo el trabajo fotográfico y de color no es tan cuidado como en sus otras obras. “El sol del membrillo” sigue el trabajo de un afanado pintor que intenta retratar un árbol de membrillo. Asistimos a su ardua tarea desde el principio. Vivimos con él la preparación, la espera y el proceso. En el inicio se hace algo aburrido acompañar esto pero a medida que el film avanza y comenzamos a comprender el fin que persigue el pintor, todo se va haciendo más interesante porque ya no es un simple trabajo o pasatiempo sino que el pintor intenta lograr no una obra concreta sino un matiz que halló en la naturaleza. Matiz imposible de retratar como luego se dará cuenta. Tiempo atrás había visto cómo el sol se colaba entre las hojas e iluminaba a los membrillos. Era cosa de un par de minutos, un momento extraño y mágico tan corto y a la vez tan dotado de sentido y poesía que para el pintor retratarlo era su cometido. Lo intenta, se prepara con ahínco y pese a las inclemencias del tiempo está allí, día a día en el mismo sitio –si llueve bajo el amparo de una carpa-, a veces en conversación con un amigo pero siempre avanzando sobre su obra. Sin embargo en un momento se da cuenta que es imposible lograr lo que quiere. Es evidente que el tiempo pasa y por tanto las cosas cambian. El color que él había visto en el membrillo iluminado por el sol era tan particular como corto su tiempo de vida. El árbol, a la espera de ese retrato, envejece poco a poco conforme pasan las estaciones. El autor se da cuenta de su trabajo –no inútil- pero imposible. Deja a un lado su pintura al óleo y decide hacer un dibujo a lápiz. Y ahora podemos hablar de la metáfora que hace el film y que Erice explicó en varias ocasiones. En primer lugar, lo que intenta retratar el autor es que las cosas buenas, las cosas valiosas, tienen un tiempo y hay que esperarlas. “Lo bueno necesita tiempo”, dice Erice. En segundo lugar que muchas de esas cosas, tal vez los mejores trabajos que uno pudiera haber hecho, nunca han sido terminados. Son obras inconclusas según Erice. Para él cada uno de sus films es algo inconcluso, como “El sur” cuya segunda parte no vio la luz, o como “La promesa de Shanghai” que sólo quedó en un texto escrito. Para Erice el que el pintor no pueda terminar su cuadro tiene un significado muy personal  e incluso en cierta forma toma más fuerza al final del film cuando relata el sueño y el autor se duerme-muere. El membrillo también muere, llega el invierno y las hojas caen.

“El sol del membrillo” fue una película que en diversas ocasiones me recomendaron. Visionarla no es tarea fácil: hay que entender su verdadero sentido y acompañar la obra del pintor. Muchos críticos cinematográficos creen que se trata de la mejor película jamás filmada. Esto me hizo detenerme mucho más en su análisis. Si la sentencia es o no exagerada, es una cosa, pero el que su significado y mensaje sea tan extenso la hace una película inabarcable y sin duda una obra maestra.       

lunes, 30 de abril de 2012

De nombres, cowboys y aliens…

Ayer vi por fin Cowboys &. Aliens, película que me llevaba esperando bastante tiempo pero por diversas razones no le pude hacer un espacio. En el fondo, me repelía un poco la idea de la película… Sí, me repelía porque me sonaba a algo muy, muy comercial, con un argumento sin sentido alguno y al fin y al cabo una pérdida de tiempo sin más. Pero por recomendación de algunos amigos decidí a emprender la tarea. 

Valió la pena. La película es totalmente aceptable y tiene grandes momentos. Además, ya sólo los nombres del reparto son razón de peso para verla. El film cuenta, obviamente, un ataque alienigena en una sociedad en la que, en el cine, pocas veces –o nunca- se había intentado juntar. Que los extraterrestres ataquen a nuestra sociedad moderna es algo archiconocido. Ubicar eso mismo en el lejano Oeste es una idea bastante ingeniosa. Es lo que hizo H. G. Wells en su libro “The War of the Worlds” –un ataque de otro planeta en la sociedad londinense a principios del S. XX.- que luego Spielberg –para decepción de muchos- adaptó en un ambiente trilladísimamente contemporáneo. “Cowboys &. Aliens” tiene una historia interesante, bien contada que, si bien se adivina a la legua, no cansa, mantiene entretenido y deja mucho por la calidad de sus personajes. Y quizá es eso lo que más me gustó de la película: la evolución de cada uno de sus personajes. 

Advertencia: de ahora en más, todos serán spoilers, por tanto si no han visto el film… vayan a conseguirlo… 

Los personajes que comienzan siendo odiosos, poco a poco van mutando a entrañables personas conforme ellos, y nosotros, descubrimos cómo son realmente. Dolarhydel, interpretado por Harrison Ford, en un principio es un déspota vaquero dueño de tierras y gran cantidad de ganado. La pérdida de su hijo, Percy, le hará conectarse con otras personas para ayudar y ayudarse. Ahora tomemos a Jake, el protagonista que protagoniza Daniel Craig. Al inicio es un criminal que, por razón desconocida, no recuerda su penoso pasado al igual que todos sus delitos. Este es justamente el punto para que él pueda decidir si en verdad quiere ser lo que fue, con todo su pasado, o revertir todo aquello y comenzar de nuevo. Me quedo con una frase que le dice el predicador a punto de morir: “en el fondo eres una buena persona. No es importante lo que fuiste, si no lo que eres”. Parecen frases algo acarameladas pero al diablo con ello si nos hacen detenernos y pensar un poco sobre nuestra vida. La película está claramente dirigida a eso: a demostrar cómo una persona puede cambiar, cómo grandes acciones pueden desviar el curso de nuestra historia y cómo todos en el fondo buscamos el bien. 

Además de estos personajes en los que vemos un cambio no hay que olvidar el increíble giro que significa la verdad sobre Alice (Abigail Spencer). El que venga de otro planeta y que haya tomado forma humana para así poder mezclarse resulta, en el punto en que es develado, algo fuera de sitio, pero sin embargo es perfecto teniendo en cuenta el desenlace final de la historia. 

La película, podría pasar –sobre todo en su primera mitad- como un western –y de los buenos-. Las tomas de paisajes desérticos al igual que la escenografía es –aunque modesta- muy creíble y atractiva. Ya girando hacia la segunda mitad, nos encontramos con el relato de ciencia ficción pura y dura. Pero lo bueno de todo esto es que los protagonistas son mucho más escépticos que si por ejemplo lo mismo pasara en este tiempo. Y por tanto, el enfrentamiento entre la raza humana y la alienígena es un poco más interesante. 

Sin embargo, lo que no puedo entender y fue lo que me molestó durante toda la película, fue el título de la misma. Por qué razón vinieron a ponerle Cowboys &. Aliens, un título tan nerd y fantasioso que a primera vista espanta. Es obvio, de eso trata el film, pero ponerle ese nombre en mi opinión no es del todo acertado. Cuando pensaba esto me acordaba de un comentario que hizo Andrés Borghi en Facebook a raíz del nombre de Abraham Lincoln: Vampire Hunter–dicho sea de paso también nombraba la película que hoy nos ocupa-. Decía Borghi que tales películas están tratadas de forma muy seria y sin embargo el nombre las hace parecer funcionales solo para un ambiente como internet: plagado de cosas que muchas veces desentonan. Digo yo, ¿no hubiese sido mejor ponerle un título algo más metafórico, que no diga directamente de qué va el film? Ponerle Cowboys &. Aliens es tan tonto como ponerle “James Bond contra Marte”. Entiendo que el título es comercial, pero incluso algo tan chirriante como “Demonios de otro planeta”, “Los demonios del oro”, simplemente “Demons” o “Venimos por el oro” –los que hayan visto el film entienden, claro, que los vaqueros les llaman “demonios” y que además ellos vienen por el oro- son más ingeniosos e intrigantes que el título que fue elegido.


sábado, 17 de marzo de 2012

The Thing, conexiones temporales y sus consecuencias

Poco más de cien años de cine y no alcanzamos a verlo todo. Es imposible, es demasiado. Los jóvenes, nos conformamos con vislumbrar sólo la última parte, la que nos toca. En un pasado no vivido y no por eso menos ansiado, se quedan los trozos de celuloide que jamás vimos. Estamos ciegos de vertiginosos efectos especiales que agregan realidad, pero a veces roban contenido. Una que otra obra puede impactarnos: lograr combinar una buena historia y efectos que estén a su altura es difícil pero no imposible y hay que confesar que a veces se logra, pero pocas. Sin embargo, nos olvidamos con frecuencia de otras épocas donde una escena realizada con animatrones resultaba alucinante y ahora nos parece anticuada. El ejercicio es difícil: intentar mirar ese pasado desde nuestro tiempo, plagado de tecnología, pero intentando suponer que vivimos en ese tiempo y que pertenecemos a esa parte concreta de la historia. Así, nos colocamos en aquella época, y el film nos sorprende, nos hace temblar, volver a vivir.

Con The Thing me pasó algo extraño: conecté dos épocas –la mía y otra que está tan alejada que me es ajena- tan perfectamente que me pareció vivir un espacio-tiempo continuo, mejor dicho simultaneo, sin cortes ni parpadeos interferenciales. The Thing (Matthijs van Heijningen Jr., 2011) fue sin ir más lejos una de mis mejores películas de ciencia-ficción-terror. El ritmo era perfecto, la trama interesante y la puesta en escena impecable. Ya de por sí el tema de la-cosa-imposible-de-describir y sus varias formas deformes y asquerosas me resultaba sorprendente y llamativo. Que no se entienda mal: no estoy haciendo culto a lo deforme sino que la cosa, como Cosa, es un personaje tan explotable y perfecto que podría seguir alimentando miles y miles de historias. El hecho de que (cuidado con los spoilers) un ser intente copiar a otro ser para así ocultarse y atacar en el momento preciso es escalofriante y más aún si cuando se muestra saca tentáculos por todos lados y camina a cuatro patas con el cuello quebrado.



Tan alucinado quedé con este film que, movido por la curiosidad y el ánimo de otros amigos, me fui a buscar el que pensaba había sido el origen y fuente primera de este remake moderno. Por el año 1982 encontré cierto film de John Carpenter que lleva exactamente el mismo título. [Supongo que conocerán a Carpenter: sujeto interesante y extraño, “Hallowen (1978)” no me pareció muy buena, sin embargo guardo un buen recuerdo de “Escape from New York (1981)”]. Lo que yo esperaba ver era exactamente la misma historia, o tal vez lo que había sucedido antes de los sucesos narrados en The Thing (2011). En cambio (aviso: lo siguiente es un spoiler. Si no quieres saber de qué van las películas, sáltate este párrafo), descubrí que The Thing de Carpenter continúa la historia de The Thing de Matthijs van Heijningen Jr. Al final de esta última hay cierto epílogo que se entremezcla entre los créditos donde vemos correr a un perro siberiano. Esa situación, es la que da inicio a The Thing de Carpenter. La versión de 2011 era al fin y al cabo una protosecuela de la de 1982.



La de Carpenter contiene un ritmo y una puesta en escena tan buenas como la versión del 2011. El film, para nada ha envejecido con lo que la continuidad entre los sucesos es perfecta. Las escenas de Carpenter son tan escalofriantes como en la nueva versión si bien las tecnologías han cambiado rotundamente. En la primera vemos perfectos y creíbles animatrones, en la otra, efectos digitales espeluznantes. Una de las cosas que más me gustaron fue que en la versión de 2011 los escenarios y sucesos están presentados de manera tan fiel a lo que sucederá en el film de 1982 que el tributo de una a otra es claro y excelente. No hay duda que Matthijs van Heijningen Jr. tenía muy claro lo que debía hacer, y lo hizo estupendamente bien.

[Nota: The Thing (1982) es a su vez un remake de The Thing from Another World (1951) pero esta, ha quedado opacada por el tiempo y la sombra de sus sucesoras].